Nunca hay nada seguro

Aquí estoy, un desempleado de la República Bolivariana de Venezuela en busca del cambio que todos anhelamos en ciertos momentos de nuestras vidas.

Me ha sido otorgada una beca FPI para irme a estudiar máster y doctorado en Madrid. Sin embargo, el universo pareciera estar en contra de que todo resulte como tiene que ser. Hoy es el día de inicio de clases del máster en Ciencia y Tecnología Informática de la Universidad Carlos III de Madrid, y yo sigo aquí, en mi ciudad, Barquisimeto, desempleado, a la espera de que me lleguen los documentos necesarios para volver por cuarta vez al endemoniado consulado de España en Caracas para ver si no me rebotan.

Hace mes y medio que renuncié a mi empleo en Caracas para poder tomarme unas vacaciones antes de irme a España. Ahora parece que estas vacaciones se extenderán por un tiempo indefinido, si no logro tener mis papeles a tiempo para irme a España. Me han rebotado en el consulado por diversas razones: que la carta de aceptación de la uni no debe ser escaneada sino original; que la fotocopia de la identificación de la persona que te alojará al llegar debe estar compulsada; que no importa que seas becado y que la beca te pague un sueldo y el seguro médico anual, sino que debes comprar un seguro en Venezuela y demostrar que tienes medios económicos suficientes (por suerte los tengo, gracias a la liquidación de lástima que me dieron en aquella empresa que tuvo el látigo sobre mí por un año que parecieron siete). Cada vez que me rebotan porque me falta algún documento en original de parte de España (de la universidad en Madrid, por ejemplo), sé que mi próxima visita al consulado no será sino dentro de dos semanas como mínimo, que es lo que se tarda en llegar un documento de allá a mi casa. Yo sigo a la espera, tranquilo como las aguas en calma (como dice Arya Stark), listo para ir corriendo a Caracas apenas me llegue la documentación que necesito. Mis ansias no se deben simplemente al hecho de que en este momento debería estar en un aula de clases a más de 7000 km de distancia de donde estoy, sino también por el hecho de que si no estoy antes del 1 de noviembre allá, pierdo la beca. Así son las cosas.

A veces no hay que ser tan estresado y no amargarse la vida por cosas que escapan de las posibilidades de uno. Sin embargo, no es fácil evitar sentir impotencia al ver cómo tus planes se desmoronan sin que puedas hacer nada. Ya he intentado llorar con el Sr. Cónsul de los Cojones, con la gente de la universidad en Madrid para que envíe los documentos con la máxima prioridad para que tarde dos días en llegar, en lugar de dos semanas; pero la burocracia no escucha a un simple mortal. Hay que tener siempre un Plan B. Nunca hay que dar las cosas por seguras. Siempre hay que planificar en el caso de cualquier eventualidad, porque dejar algo en manos del destino puede ser una imprudencia grave (el destino puede ser una gran puta a veces). Cuando se quiere algo, hay que moverse y seguir intentando hasta que todo esté perdido, en cuyo caso no se vale desfallecer sino detenerse, aceptar lo inevitable, y seguir andando con la frente bien en alto por la nueva senda del Plan B. Hay quienes dicen que "lo que tenga que venir, vendrá" o que "si no se da es por una razón". No me gusta dejarme llevar por esos decires conformistas. Uno moldea su destino lo mejor que puede, si se esfuerza. Me quedo más bien con la idea de Ted Mosby, de la serie "How I met your mother": "it is meant to be, because I mean it to be!". No sé muy bien como traducirlo pero sería algo como: "¡Está destinado a ser porque así lo quiero!"

Un crack ese Ted... =). Lamentablemente, aún no tengo un Plan B porque mi mente está en España y no tengo cabeza para pensar en un escenario en el cual no estoy en Madrid pronto. Malísima mía... =(

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